En 1960 John Sturges rodó Los Siete Magníficos, adaptando con las más grandes estrellas de Hollywood Los Siete Samuráis (1954), el clásico de Akira Kurosawa. Poseía, para lo bueno y lo malo, un ritmo y un estilo definitorio del cine más comercial del momento, y pertenecía al género americano por excelencia, el western. Tres años después, quiso repetir la misma fórmula que tan buenos frutos le dio, juntando a varios de los actores que participaron en Los Siete Magníficos, Steve McQueen, Charles Bronson y James Coburn, pero esta vez trasladando la acción a la Alemania nazi en plena II Guerra Mundial. Las pretensiones de Sturges, como puede intuirse en el título, fueron las de hacer una película grande, quizás la definitiva, del género bélico en su vertiente menos comprometida y más orientada a la acción y al entretenimiento puro y duro.
En ese sentido, podemos ver como las dos primeras horas del film son la parte más floja del metraje, con multitud de concesiones plasmadas en un campo de concentración en el que el trato a los prisioneros resulta de lo más inverosímil y ajeno a la realidad, pareciendo más bien un campamento de scouts donde los alemanes alojan al enemigo con la mayor de las atenciones y cuidados, en vez de castigar cualquier tentativa de fuga de la forma más severa posible, como seguramente debió corresponder.
Sin embargo, es en los tres últimos cuartos de hora, los de la fuga propiamente dicha, cuando Sturges se toma la película más en serio, pasando a un ritmo mucho más trepidante con el que la historia va tomando cuerpo y sentido. Precisamente, gracias a ello la película deja un buen sabor de boca, pudiéndose disfrutar del resto de virtudes, como un reparto que, ahora sí, parece aprovechado. De esta manera, personajes como el de Steve McQueen, con su fuga en moto o en la celda con el guante y la pelota de béisbol, Richard Attenborough huyendo a pie de los alemanes o James Coburn tomando café en una terraza de la Francia ocupada, pasarían a formar parte de los mitos de la historia del cine.
Muy buena esta Vi. Yo me quedo con un Charles Bronson claustrofóbico (todavía no tenía el bigote que le daba su valor legendario) y con la aportación de los saltos de McQueen a la peli de Top Secret.
ResponderEliminarEs que sí. xD Y Coburn tomándose un cafelillo con su media sonrisa delante de dos nazis, es que son la ostia
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