O el deseo de "matar al padre"
No tiene ni el peso ni la solidez de las líneas maestras del neo-noir - un género más que configurado en sus diversas variantes - pero basa toda su apuesta en una nueva vuelta de tuerca al género cuyo pilar es principalmente alegórico.
¿Neo neo-noir? ¿neo-noir crítico? Manierismo sobre manierismo en cualquier caso.
La película es una enorme efigie de una sociedad en crisis, ambientada en una ciudad cualquiera de los Estados Unidos, cuya esencia, sin embargo, es extrapolable a cualquier parte. Es un retrato sórdido de un sistema decadente, cruel y patético que convierte a todo el que no acepta el juego con perspectiva y frialdad en un individuo decadente, cruel y patético.
La distancia que separa al púlpito de la realidad, a los dirigentes de los dirigidos, se refleja en la disonancia entre la limpieza del discurso político de Obama y McCain - presente durante toda la película - y la suciedad de la calle. El subterfugio retórico como norma, inundando de forma intencionada todo el metraje. El tratamiento musical contribuye, con ironía certera, a colorear el cuadro. Destacan los momentos musicales "años '50" que envuelven la línea argumental de los rateros.
Bob Mendelsohn (izqda.) y Scoot McNairy (dcha.) |
Y es precisamente ese órdago el que determina el mérito de la cinta. Si algo ha demostrado la historia del cine es que con mayor o menor repercusión, con mayor o menor acierto, la apertura de nuevas vías narrativas son siempre necesarias. Es preciso superar lo establecido para continuar avanzando. Es valiente pretender reconfigurar un estilo o trascenderlo cuando además se tienen los mimbres para intentarlo. Es arriesgado mostrar la crisis actual a través de un "colectivo" asociado al lujo y el exceso como es el del crimen organizado. Quizás el drama social sería el marco natural para desarrollar este tipo de historias, la pequeña tragedia individual frente a una injusticia global. Y sin embargo Andrew Dominik demuestra que es posible mezclar intenciones, atacando frontalmente las bases de un género que, a priori, nada tiene de crítico y revelando al unísono, de forma sutil y cómica, el ocaso global de nuestra era.
A pesar de ello el resultado es agridulce. No contribuye en nada la promoción que se ha hecho de la película, pues insinúa todo lo que arrebata. Te ofrece a Brad Pitt, mafiosos charlatanes, una chupa de cuero y una recortada. Es decir, vende precisamente aquello que pretende dinamitar.
La película puede llegar a derrumbarse porque lo que promete nunca termina de llegar. Un riesgo innecesario teniendo en cuenta que el planteamiento es suficientemente jugoso como para necesitar otros alicientes.
Un par de concesiones técnicas de Dominik de cara a la galería sostienen la falsa promesa a la vez que le restan valor a una propuesta verdaderamente audaz. Hay que tener coraje para apostar por el riesgo y sólo por el riesgo, pero no se debe jugar a dos bandas.
No obstante es posible que con el tiempo, a medida que la película se vaya desvinculando del entramado comercial y envejezca, se acentúen sus virtudes y se relativicen sus pecados.
Cúpulas del crimen corporativas e invisibles, mercados exprimidos y modestos, botines frugales. Representantes legales fuera de contexto. Yonquis persiguiendo el sueño americano y sicarios con problemas de alcoba y diván de primer orden - la elección de Gandolfini no es casual -.
Entre toda la manada se alza la imponente figura del hipnótico cabronazo pragmático al que le gusta matar suavemente y desde lejos. Como al sistema.
Sin implicaciones, sin empatía.
Brad Pitt es Jackie Cogan |
James Gandolfini es Mickey |
Ray Liotta es Markie Trattman |
Como muy bien dices, Miguel un resultado agridulce y también das en el clavo cuando comentas que la promoción de la peli promete lo que le falta a esta cinta.
ResponderEliminarEn mi caso, salí del cine pensando que acababa de presenciar un experimento muy caro.
Por lo demás ni un pero a las actuaciones y a la realización, el fallo para mí está en el guión
Qué pasa Mario!
EliminarPues si, estoy de acuerdo. El guión creo que defrauda por lo que uno espera.
Pero además del tema promocional, me da la sensación de que el experimento, como bien lo llamas, no es del todo honesto.
En "El asesinato de Jessy James..." intenta otra especie de reinvención o reflote del género western, con un tono muy poético, distinto, pero creo que apuesta totalmente por ese camino y asume los riesgos. Podrá gustar o no (a mi me gustó), pero al menos el resultado es consecuente.
Pero en esta película parece que naufraga entre lo experimental y lo comercial, como guardándose las espaldas.
Un abrazo!
Sí, pero quizás ese contra que le achacas a "Mátalos..." también se repitió en la promocion de "El asesinato de Jesse James...", y no lo recordamos. Tal vez vendieron la película con todos los tópicos del oeste y luego el resultado final fue distinto, pero como no lo sabemos pues nos gustó tal propuesta.
ResponderEliminarAhora dime que viste el trailer antes de ver la película y me callas la boquita :)
jajaja
ResponderEliminarPues no, no recuerdo haber visto el trailer de "El asesinato de Jesse James..." pero recuerdo haber visto a Brad Pitt en un trigal mirando al infinito bajo un cielo color vino, no en Monument Valley a lo Ford, ni al fondo de un plano entre dos piernas a lo Leone.
De cualquier manera, "El asesinato de Jesse James..." tiene un discurso definido y fiel a sí mismo. Tendrá referencias pero me parece que tiene un estilo mucho más sólido y constante.
De todas formas, basta con ver el trailer de ambas películas a posteriori para notar la diferencia de honestidad en las propuestas.
Que no digo que la película sea mala (creo que ganará con el tiempo), pero da la sensación de que es un intento de "salto con red", de que el propio autor no está convencido del resultado de su "experimento", como dice Mario.
Andrew Dominik nos ofrece en 'Mátalos suavemente' un thriller intenso, con ritmo, repleto de escenas vibrantes y diálogos frescos, con humor y drama, una película de factura clásica pero que debe gran parte de sus hallazgos a contemporáneos como Tarantino o Michael Mann. La escena entre Brad Pitt y Tony Soprano, James Gandolfini, es soberbia. No es una obra maestra pero defraudará a pocos. Un saludo!!!
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