lunes, 11 de febrero de 2013

El espíritu de la colmena

Siempre puede verse el lado positivo de casi cualquier cosa, hasta en una censura castradora de ideas, de opiniones opuestas, de diferentes maneras de pensar. Incluso en la más profunda oscuridad puede surgir un destello de luz, por leve que sea. Eludir la censura puede convertirse en un excelente ejercicio para explorar al máximo las capacidades de un artista y así definir todas las aristas del noble arte de sugerir, que no tiene por qué ser necesariamente mejor que mostrar, pero sí invita al espectador a hacer un esfuerzo intelectual que resulta mucho más gratificante cuando se comprende el trasfondo de la película.

Víctor Erice regatea con maestría la vigilancia censora en El espíritu de la colmena (1973). La represión es palpable a través de cartas, fotografías, recuerdos. Fernando (Fernando Fernán-Gómez) y Teresa (Teresa Gimpera) sufren en silencio las consecuencias de la Guerra Civil, recuerdan con dolor un pasado feliz,  anhelando un futuro que la violencia resquebrajó, llorando por dentro a los que ya no están. El pasado les obliga a vivir, no en el exilio, pero sí recluidos. Dentro de la colmena, pero aislados en un pueblo perdido. Aceptando la férrea jerarquía de la colmena. Alienados.

El contrapunto lo ponen las niñas, sobre todo Ana (Ana Torrent), ajena a la oscura realidad, soñando con el cine y El Doctor Frankenstein (1931, James Whale). Isabel (Isabel Tellería) está más en connivencia con este mundo real. Se muestra indiferente al dolor ajeno, disfrutando de él,  y asume la muerte con naturalidad. En cambio a Ana la muerte le afecta, incluso en el cine. Cree que las películas no mienten, pues ha visto con sus propios ojos al monstruo. El maquis, al igual que el monstruo del doctor Frankenstein, huye al ser repudiado por la sociedad, encarnando el mal y los valores que ésta rechaza. Ana lo descubre y le ayuda.  La inocencia y la desbordante imaginación de Ana chocan frontalmente con el mundo sombrío y dañino creado por los adultos, una colmena donde no existe el individuo, donde es anulado, y en la que ella descubre qué es el dolor y la muerte. Pero donde no alcanza esa represión es en la imaginación, quizás ese espíritu mucho más poderoso que por intangible no puede ser sometido. A pesar de la infancia traumatizada, los sueños y la bondad de una niña sobreviven. Y vencen. Igual que al sesgo de la censura se le escapa la verdad disfrazada. Ese es el poder de la imaginación. El espíritu de la colmena.

Ana Torrent es Ana
Isabel Tellería es Isabel
Fernando Fernán-Gómez es Fernando
Teresa Gimpera es Teresa


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