Aunque resulte complicado tratar temas que pueden levantar ampollas en determinados sectores y que ocurra que los más ortodoxos se te echen encima, también puede producirse el efecto contrario. Un excesivo respeto alteraría el acabado de tal manera que la película se quedara a medio camino, resultando un producto vacuo y sin personalidad.
Por suerte, ninguno de los dos casos es el de
The Sessions (Ben Lewin, 2012). No se limita a contarnos la vida de un discapacitado ni se recrea en los problemas que puede encontrarse una persona en el día a día en tales condiciones.
Ben Lewin pone el punto de mira en un tema, no tanto tabú, con todas las connotaciones que el término implica, pero sí olvidado, omitido frecuentemente en toda la filmografía hecha al respecto. El sexo en personas discapacitadas. De por sí el eje central del argumento es ya todo un acierto, pues la discapacidad ya ha sido tratada desde diversas ópticas y desde todas sus variantes en multitud de películas como
Mi Pie Izquierdo (1989, Jim Sheridan),
Mar Adentro (2004, Alejandro Amenábar) o la más reciente
Intocable (2011, Olivier Nakache, Eric Toledano), para aportar savia nueva era necesario ir más allá de la dura rutina y del sufrimiento de los más allegados.
Junto con la novedosa perspectiva destaca el trabajo de
John Hawkes, un actor que nos tiene acostumbrados a interesantes secundarios, pero que esta vez se supera con una interpretación llena de sensibilidad, capaz de transmitir de manera admirable su anhelo y frustración por disfrutar como cualquiera del sexo. Tampoco
William H. Macy desentona en su papel de cura, no digamos esa tontería de moderno, sino de cura coherente y sensato ante las peores circunstancias, que no va plantando manuales de buen cristiano ni dogmas en las narices de nadie. Pero por encima de todo destaca la labor de
Helen Hunt, enfrentándose a un personaje que sería todo un reto para cualquier actriz pero que ella lo resuelve con una sencillez y una naturalidad inusual. Impresiona.
No obstante, a pesar de la original propuesta y de las interpretaciones, es en el tratamiento de la película donde podemos apreciar las carencias. Es cierto que no es, ni mucho menos, un melodrama que busque la lágrima fácil ni la lástima hacia los personajes, pero en el fondo no se desprende de ese optimismo y ese afán de superación tan recurrente y tantas veces visto, que no deja de ser al fin y al cabo el mensaje, el por qué de que nos estén contando esta historia. Todo es posible aún en las peores circunstancias, si quieres puedes, mira el lado positivo, etcétera. Se enmarca, por tanto, en la tendencia de películas como
Intocable, que aunque ésta abuse aún más de los sentimientos del espectador, ese punto desvergonzado y gamberro que tiene la cinta francesa hace que a un servidor le guste más.
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John Hawkes es Mark O'Brien |
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Helen Hunt es Cheryl |
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William H. Macy es el Padre Brendan |
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