domingo, 13 de enero de 2013

Mudas para siempre: Películas desaparecidas

La Pasión de Juana de Arco (1928)
El cine tal y como lo conocemos hoy en día, no se entendería sin las aportaciones de Méliès, Lang o Griffith a principios del siglo XX. Estos primeros pasos tan fructíferos y decisivos, no obstante, vienen acompañados por un hecho trágico. El 80% de las películas mudas se han perdido o han sido destruidas para siempre. Es triste pensar cómo parte de la obra de estos precursores del cine no podremos conocerla jamás y, quizás, estas películas desparecidas podrían haber hecho aportaciones, cambiando tal vez nuestra concepción actual del cine o,  lo que hoy consideramos una innovación propia de determinado cineasta, podría haber sido invento de otro. 

La principal causa de la desaparición de tantas películas mudas se debe fundamentalmente a la composición química del celuloide, que no es otra cosa que nitrato de celulosa, un material que, además de ser altamente inflamable, con el tiempo se deteriora de tal manera que acaba reducido a mero polvo, por lo que a partir de los cincuenta dejó de usarse por otros materiales mucho más resistentes.

Theda Bara en Cleopatra, 1917.
Aunque sabemos que muchas películas no las encontraremos nunca, de vez en cuando, actúa el azar o el celo de alguien que conserva un tesoro del que desconoce pero intuye su valor. Y se dan gratas sorpresas. Es el caso de La Pasión de Juana de Arco (1928, Carl T. Dreyer), una película censurada y olvidada, dada por perdida desde los años sesenta pero que, en 1981, apareció una copia en un psiquiátrico noruego y pudo restaurarse. No corrió la misma suerte la mayor parte de la filmografía de George Méliès, de quinientas películas sólo se conservan el 40%, o de actrices como Clara Bow o Theda Bara. De ésta última es Cleopatra (1917, J. Gordon Edwards), una de las películas más caras del momento, pólemica por el vestuario provocativo de la protagonista, pero todo un éxito entre el público, y de la que se conserva el póster y apenas varios fotogramas, dado que todas las copias fueron destruidas cuando se incendiaron los estudios de la Fox en 1937.

Por desgracia, ésta dramática pérdida también afecta a directores tan consagrados como John Ford o Alfred Hitchcock. En el caso de Ford, se desconoce el paradero del 85% de sus películas mudas y alguna sonora, como El Barbero de Napoleón (1928). No obstante, en 2010 aparecieron en unos archivos cinematográficos de Nueva Zelanda varias de sus obras, como The Sergeant (1927), una de las primeras películas rodadas en el Valle Yosemite, Strong Boy (1928), protagonizada por uno de los actores fetiches de Ford, Victor McLaglen y, sobre todo, la comedia Upstream (1927), una de las primeras películas del director en la que se aprecia notablemente la influencia de Murnau en su técnica, con el uso de la perspectiva forzada y el claroscuro y, además, por ser la única película de Ford cuyo protagonista es homosexual. En cuanto a Hitchcock, también apareció en estos archivos The White Shadow (1923), en la que colaboró con el director Graham Cutts con tan sólo veinticuatro años, pero de la que sólo se conservan tres de los seis rollos que la componen.


London After Midnight (1927)
Otras obras igual de relevantes no corrieron la misma suerte. The Way of Flesh (1926, Victor Fleming), ganadora de un oscar a mejor actor principal (Emil Jannings), London After Midnight (1927, Todd Browning) una de las más buscadas, la segunda película de la historia del cine que tiene entre sus protagonistas a un vampiro, y cuya última copia se destruyó en el incendio de los estudios de la Metro en 1965, y Humor Risk (1921, Dick Smith), la primera película de los Hermanos Marx, y de la que se dice que fue Groucho quien la destruyó descontento con el resultado.

Para no quedarnos con un mal sabor de boca al saber de la imposibilidad de poder apreciar estas joyas perdidas, existen fundaciones que aúnan sus esfuerzos en preservar las que han sobrevivido al paso del tiempo y, en la medida de lo posible, seguir buscando aquellas desaparecidas. Es el caso de la National Film Preservation Fundation, que cada año elabora listas de películas que hay que proteger, y que conserva en sus archivos películas como The Chechahcos (1924, Lewis H. Moomaw), que narra las aventuras de unos recién llegados por la fiebre del oro a las frías tierras de Klondike (Alaska), y que fue juzgada por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos "cultural, histórica y estéticamente significativa" e incluida en el Registro Nacional de Cinematografía.

The Chechahcos (1924)



2 comentarios:

  1. Una lástima que tal cantidad de referentes para el cine se haya ido perdiendo durante tantos años. Me entristece especialmente que no vayamos a poder disfrutar nunca de los primeros pasos en el oficio de dos pedazo de directores como Ford o Hitchcock.
    Y de otros tantos maestros que no habrás nombrado por espacio.

    Gran entrada, Vins!!

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  2. Exacto, hay películas perdidas de Wegener, Murnau, Flaherty, Hawks...de todo dios. Es una pena pero si no están pues no están, si con lo que hay vamos sobraos! :)

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