domingo, 22 de julio de 2012

John Huston

Pocos directores, a bote pronto sólo se me ocurriría Sidney Lumet, han debutado con una película de la categoría de El Halcón Maltes (1941), iniciando así una carrera tan brillante como irregular, frenada temporalmente durante los años de la II Guerra Mundial y que se extendió a lo largo de más de cuarenta años con casi cincuenta títulos, sin contar sus innumerables intervenciones como intérprete. La película supuso la tercera adaptación de la novela homónima de Dashiell Hammett y contó con Humphrey Bogart en el papel del detective Sam Spade. El Halcón Maltés inauguró una estrecha colaboración entre ambos que se materializó en cinco películas, y pronto se convirtió en uno de los iconos del cine negro, siendo considerada como una de las pioneras del género, casi nada para una opera prima.

La Jungla de Asfalto (1950) fue otra de sus películas que evidenció la maestría de Huston detrás de la cámara y su soltura dentro de un género que ya había dejado atrás su etapa de plenitud. Sólo la pericia de un director de su talla pudo exprimir al máximo la novela W.R. Burnett y lanzarla a la categoría de obra maestra, una película que podría ser la definitiva del género, aunque posteriormente se hicieran más y muy buenas, del mismo modo que El Hombre que Mató a Liberty Valance (1962, John Ford) supuso el broche final para el western.

También significó un punto de inflexión en su filmografía Vidas Rebeldes (1961), una historia cargada de nostalgia en la que cuatro almas solitarias buscan y ansían aquello que de sentido a su amarga existencia. El hecho de que fuera el último trabajo de Clark Gable y Marilyn Monroe y que tuvieran en común una vida marcada por el tormento y la tragedia dio a la película una dimensión que, a día de hoy, hace que esa melancolía que transmite en cada fotograma se mantenga todavía latente.

No obstante, Huston fue de esos directores a los que le gustaba tocar todo tipo de género y, además, casi siempre con éxito. Uno de ellos fue el de aventuras, cuya película más importante sería, sin duda, El Hombre que Pudo Reinar (1975), en la que reunió a Sean Connery, Michael Caine y Christopher Plummer para protagonizar una historia escrita por Rudyard Kipling, la odisea vivida por dos farsantes en el antiguo reino de Kafiristán, una película que recoge como ninguna el alma aventurera y viajera atesorada en los textos del escritor británico.

Este podría ser perfectamente el último gran título de Huston, representativo de una inspiración exclusiva de los más grandes directores, a pesar de intercalar en ocasiones otros  films de menor entidad, como Evasión o Victoria (1981) , La Biblia (1966) o Los que No Perdonan (1960).


Otros títulos destacables de su filmografía:

El Tesoro de Sierra Madre (1948)
Cayo Largo (1948)
La Reina de África (1951)
Moby Dick (1956)
Freud, Pasión Secreta (1962)
La Noche de la Iguana (1964)
Reflejos en un Ojo Dorado (1967)
El Juez de la Horca (1972)
El Honor de los Prizzi (1985)
Dublineses (1987)

Con K. Hepburn y H. Bogart en el rodaje de La Reina de África

De izq. a dcha. Huston, Roberto Rosellini y Peter Lorre, 1954

Con su hija, la actriz Angélica Huston, 1977

José Ferrer, John Huston  y Gregory Peck en el set de Moby Dick

Paul Newman y John Huston en El Juez de la Horca

Dennis Hopper, John Ford y John Huston, 1971

John Huston y Marlon Brando en Reflejos de un Ojo Dorado

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