lunes, 13 de agosto de 2012

Prometheus

A pesar de los grandes defectos de Prometheus, me gustó. Y no precisamente por una premisa ridícula. Unos arqueólogos interpretan, al estudiar unas pinturas rupestres sin conexión alguna, que las culturas que las hicieron querían indicar la ruta hacia un lugar del universo. Y no sólo eso. El planeta en cuestión es donde moran los creadores del ser humano. Una conclusión cogida por los pelos, sin duda. Es una base poco consistente, pero asumiendo que es ciencia-ficción y puede tener ciertas licencias, y obviando que toda película tiene que tener unos presupuestos mínimamente coherentes se puede dejar pasar. No sería la primera vez. 

Tampoco se sostienen ciertas actitudes de supuestos científicos que, por crear tensión o interés en algunas escenas, se comportan como si no lo fueran, por lo que la falta de credibilidad anula inevitablemente la lógica de la película, mostrando las vergüenzas de un guión contradictorio.
Otro aspecto que no entiendo, mucho más soportable por supuesto, es porqué elegir un actor joven como Guy Pearce (Memento, L.A. Confidential) para interpretar el papel de un anciano. No es que el maquillaje sea determinante en una película, pero si no es bueno se nota. ¿Por qué no interpreta ese papel un actor acorde a la edad? Sus motivos tendrá Ridley Scott (Blade Runner, Alien), pero no los comparto.

A parte de todos estos argumentos, que no son pocos, hay aspectos de la película que sí me parecen positivos. El personaje de Michael Fassbender (Shame, Malditos Bastardos) es excelente y está bien desarrollado, el que más, nada maniqueo para un elenco lleno de personajes planos, y se comporta acorde a sus intereses. Además, está cargado de pequeños detalles, como su pasión cinéfila por Lawrence de Arabia, que enriquecen al personaje y meten a uno fácilmente en el bolsillo. La interpretación de Idris Elba (The Wire, Thor) tampoco está mal, más por su carisma y su capacidad para imprimir al personaje la fuerza necesaria que por el potencial del personaje. Seguramente un actor de menos categoría hubiera pasado desapercibido. 

A lo mejor resulta obvio, y que por el nivel técnico de muchas películas actuales pueda darse por sentado, pero visualmente la película me parece impecable. Scott es un esteta y todas sus películas, hasta la más mala, posee un acabado irreprochable. En ese sentido Prometheus es un gustazo. No sé si estos argumentos, a la hora de ponerlos en una balanza, son de suficiente peso como para decir que una película te gusta y defenderla, en su justa medida claro, pero esa es la sensación que me dejó al final y, si hay secuela como dicen, no me la perderé. Seguro.

Ridley Scott y Noomi Rapace

Michael Fassbender
Idris Elba

Guy Pearce

jueves, 9 de agosto de 2012

Robin y Marian

Ni la versión de Kevin Reynolds con Kevin Costner (Robin Hood, Príncipe de los Ladrones, 1991), puro entretenimiento y espectáculo, ni la de Ridley Scott con Russell Crowe (Robin Hood, 2010), que de realista es fría, sin sentimiento, ni tan siquiera la de Michael Curtiz con Errol Flynn (Robin de los Bosques, 1938), cándida y anticuada. La mejor versión de la leyenda del ladrón que robaba al rico para dárselo al pobre tiene la firma de Richard Lester, con Sean Connery como el inefable Robin de Locksley.

Lester plantea un Robin de vuelta de todo, entrado en años, que regresa a Inglaterra de las cruzadas harto de guerras y cansado por la edad. Mientras, Lady Marian (una excelente Hepburn con su belleza intacta en la madurez) permanece recluida en un convento desde que Robin la abandonó, sin que ella pudiera comprenderlo, por un mundo muy lejano lleno de muertes y de locura. El resto de personajes, Little John, Will Scarlett...también se enfrentan, como pueden y a su modo, al crepúsculo de sus vidas. 

A partir de este original planteamiento, vemos como el mito se tambalea pero el romanticismo primigenio no sólo se mantiene inalterable, sino que roza niveles que el resto de propuestas no logran alcanzar. La historia de Robin y sus amigos contra la tiranía del rey Juan cede parte de su protagonismo a una de las historias de amor más bellas y penetrantes, la que nos regalan Connery y Hepburn, inmensos, en estado de gracia. El otro ángulo del triángulo amoroso lo pone Little John (Nicol Williamson). Ya no es sólo el compañero que sigue a Robin tras pelear con palos en un puente. El pequeño John oculta el sufrimiento por su amor a Marian para salvaguardar la inquebrantable amistad que le une a Robin. Y es que además están los quince minutos de Richard Harris, con una portentosa (como siempre) interpretación del vil y sanguinario Ricardo Corazón de León, ajeno al falso mito implantado por el cine anglosajón. Y Robert Shaw claro, un Sheriff de Nottingham rico en matices, no el recaudador sin escrúpulos de siempre. La relación de Nottingham y Robin es de respeto y admiración mutua, aún sabiendo que el enfrentamiento entre ambos será ineludible.

El broche final de esta maravillosa película lo cierra una preciosa secuencia que, sin duda, refleja como ninguna el amor incondicional y eterno de Robin y Marian, logrando no sólo, como dije, la mejor versión del mito, también una de las historias de amor más bonitas que el cine nos ha dejado.

Richard Harris es Ricardo Corazón de León

Robert Shaw es el Sheriff de Nottingham

Nicol Williamson es Little John

Sean Connery y Audrey Hepburn

domingo, 5 de agosto de 2012

Cantantes y actores

Frank Sinatra
Bruce Willis, Russell Crowe, Jeff Bridges, Ewan McGregor... son actores consagrados que han dado el salto al mundo de la música con un éxito notable, demostrando un repertorio artístico rico y variado, que va más allá de sus cualidades interpretativas. Sin embargo, esta entrada está centrada en los que lo han hecho a la inversa, aquellos cantantes que quisieron probar, algunos con más suerte que otros, cómo son los entresijos del Séptimo Arte y si tenían las mismas tablas interpretando que con un micrófono. Sin duda, el más grande de todos, tanto por su legado musical como cinematográfico, fue Frank Sinatra, La Voz. Protagonizó musicales donde sacó a relucir el infinito dominio que tenía sobre sus cuerdas vocales, como Levando Anclas (George Sidney, 1945) o Un día en Nueva York (Gene Kelly, 1949). Pero donde verdaderamente exhibió su categoría fue en películas donde interpretaba personajes de corte más dramático. En De aquí a la Eternidad (Fred Zinneman, 1953), interpretó al soldado Angelo Maggio, un papel inolvidable y reconocido con un oscar que supo estar a la altura de sus compañeros de reparto, unos monstruos de la interpretación llamados Deborah Kerr, Burt Lancaster y Monty Clift. También protagonizó la película dirigida por Otto Preminger El Hombre del Brazo de Oro (1955), donde dio de vida de manera admirable a un exdrogadicto y excelente jugador de cartas.

Kris Kristofferson
Otro célebre cantante y actor fue Kris Kristofferson. Sus tablas como músico country están fuera de toda duda, con más de veinte discos de estudio y colaboraciones con Johnny Cash, Waylon Jennings y Barbra Streisand. Empezó su carrera cinematográfica casi a la par que la musical, publicando su primer disco en 1970 y, un año después, debutando en la película de Dennis Hopper The Last Movie (1971). Sin duda, la época dorada de Kristofferson fueron los setenta y principios de los ochenta, donde tuvo la oportunidad de trabajar con los mejores directores del momento, como Martin Scorsese (Alicia ya no vive aquí, 1974), Michael Cimino (La Puerta del Cielo, 1980) o Alan J. Pakula (Una mujer de negocios, 1981). Pero fue Sam Peckinpah quien le brindó sus mejores personajes, sobre todo el del mítico forajido Billy the Kid en Pat Garrett y Billy the Kid (1973), donde es acosado por el famoso sheriff que interpreta James Coburn.

También Elvis Presley, Ricky Nelson, David Bowie o incluso Madonna aprovecharon su popularidad para rodar películas pero, exceptuando alguna interpretación más o menos honrosa de Bowie, el resto destacaría más por sacar partido a su renombre y engordar la cuenta corriente que por sus buenas maneras antes las cámaras.

Dean Martin
Por último, no podría hablarse de esta doble faceta cantante/actor sin mencionar a Dean Martin, integrante del famoso Rat Pack junto con Sinatra, Davis Jr. y Lawford. En realidad, Martin era un todoterreno no sólo con una bellísima voz de barítono, sino que sus dotes para el humor también quedaron patentes en los skecthes que protagonizó con Jerry Lewis. Respecto a su filmografía, destacan Como un Torrente (Vincente Minnelli, 1958), Bésame, Tonto (Billy Wilder, 1964) y sobre todo Río Bravo (Howard Hawks, 1959), donde nos brinda una actuación imborrable. Quedará para el recuerdo la canción que canta junto a Ricky Nelson, My Rifle, my Poney an Me, evocada frecuentemente en películas y series, como en aquella genial escena de Los Soprano en la que Tony, en una noche lluviosa tras un ajuste de cuentas, entra en un establo donde sólo hay un caballo y una cabra. Seguramente, sus pensamientos irían dirigidos a su propia existencia, a las muertes que habría dejado en el camino. Y sentiría una gran soledad. Tan sólo él, con su poney y su rifle.

My Rifle, my Poney and Me, de Río Bravo.






LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...