"Was it the rep? Was it so our names could ring out on some fucking ghetto streetcorner, man? Naw, man. There's games beyond the fucking game."
- Russell Stringer Bell -
Stringer Bell se sienta detrás del escritorio en penumbra de la habitación trasera de un bar de striptease. Repasa con detalle las cuentas mientras reflexiona sobre la elasticidad de su producto en el mercado callejero de Baltimore. Es un tipo frío y analítico, sosegado en las formas y tremendamente seguro de sí mismo. Su presencia intimida sin necesidad de un arma porque el respeto dentro y fuera de la organización criminal a la que pertenece se lo da un nombre forjado a sangre y fuego en las calles del distrito Oeste.
Este hombre de unos 30 años es una rara avis de los guetos de una ciudad americana con un índice de 300 asesinatos anuales. Esa jungla de asfalto en la que ha crecido, producto de la mezquindad de un sistema que condena a las capas inferiores de la sociedad a dar vueltas dentro de una rueda que nunca para, es un campo de batalla que juega con las mismas reglas que el sistema económico global, pero sin las restricciones de la ley. El Capitalismo de los bajos fondos es el más agresivo de todos, es el sistema en bruto. El mundo de Stringer Bell (Idris Elba) es la cara oculta de una sociedad profundamente corrompida en todos los estamentos que la forman.
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Maury Levy (izqda), Stringer Bell (centro) y Avon Barksdale (dcha) |
"I'm just a Gangsta, I suppose. And I want my corners."
- Avon Barksdale -
Al mismo tiempo, estos dos tipos representan dos maneras de entender el negocio - the game en la jerga -. La guerra de Avon se centra en el territorio, el control del mayor número de esquinas posibles donde vender la mercancía, un imperialismo en miniatura que trata de devorar a las bandas rivales a base de fuerza. La de Stringer sitúa el beneficio en el centro de atención. La guerra callejera no es un fin, sino un medio y no es imprescindible si no es rentable.
En estos planteamientos se encuentra más cercano a Proposition Joe (Robert F. Chew), el homólogo de Barksdale en Baltimore Este, cuya posición de poder se asienta sobre la exclusividad de la conexión con el abastecimiento de droga de la ciudad por vía portuaria. Prop Joe es un hábil negociador, un emperador bizantino en medio de tribus bárbaras que se mantiene en pie gracias a su habilidad para resultar imprescindible a unos y otros.
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Stringer Bell (izqda) y Proposition Joe (dcha) |
La personalidad de Stringer se nos va revelando - como todo en The Wire - lentamente, con un tempo realista, sin artificios. El personaje recorre un arco dramático que va desde el carácter espectral y escurridizo de los compases iniciales, su implacable contundencia en el escarmiento callejero, hasta la aparición de un Stringer turbado y superado en el juego de las élites económicas. Todos estos matices van dando forma a una historia singular en medio de historias singulares que conforman el retrato más lúcido de la sociedad contemporánea que un servidor haya visto en una pantalla.
La eterna huida de Stringer y su paulatina metamorfosis en Russell Bell de B&B Enterprises se nos va mostrando de forma paralela a su actividad criminal, y resulta magistral observar sus movimientos en sendos ambientes, dejando patente que el mundo de la corrupción aceptada de traje y corbata no es ni menos duro ni menos miserable que el de la corrupción marginal de los guetos. Tipos como Clay Davis (Isiah Whitlock, Jr) trazan con acierto la imagen de criminal legalizado que inunda las altas esferas de nuestra sociedad campando a sus anchas en un entramado económico que se ajusta a él como un guante. La paradoja de Stringer es la de un residuo del sistema que asimila el sistema como máxima, duerme con Adam Smith en la mesilla de noche y cree en esas mismas reglas del juego que le condenaron desde que vino al mundo
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Chris Partlow (izqda) y Marlo Stanfield (dcha) |
"Who the fuck was I chasing?"
- Jimmy McNulty -
En definitiva, es Stringer Bell la cara del talento escondido, la determinación y la ambición por explotar las fallas de un sistema que de niño le repetía una y otra vez al oído que estaba condenado a pudrirse en una esquina a la espera de recibir un balazo ante el primer paso en falso. Es también el rostro del desencanto y la frustración. El soñador sin sonrisa. Es el american dream desterrado de Hollywood y los intermedios de la Superbowl.
El hijo bastardo de la bandera. El reverso del dólar.